Resulta que,
por ejemplo, entre los Romanos la criminalidad residía en factores culturales
ajenos, como los propios de los esclavos o de los pueblos “bárbaros”
mientras que para el Santo Oficio de la Inquisición el origen del mal era el
demonio y sus “alianzas” con las brujas
medievales al tiempo que, para otras culturas, tanto la maldad como la bondad
tienen su origen en la Divinidad. Es, pues, muy aceptable la afirmación de que
el concepto de la maldad es voluble en el tiempo y en el espacio.
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Cómo
citar este artículo:
MACÍA GÓMEZ, R. (2016). “H. H. Holmes;
Un asesino en grado máximo” Revista
Digital de Criminología y Seguridad TEMA'S, Año V, Número 35, Febrero de
2016 (p. 66-76). Mendoza, Argentina.