Luego de
terminar sus estudios en 1892 el antropólogo inglés Francis Galton
publicó sus conclusiones en el libro “Huellas Dactilares”, donde propuso
40 rasgos característicos para la clasificación de las mismas.
Si bien Galton
sólo usó 100 huellas para hacer su afirmación se dio como un hecho infalible.
Por su parte el
profesor James Murray y su equipo de la Universidad de Washington
estudiando los procesos bioquímicos relativos a la formación dactilar
(generados en modelos de ordenador) muestran que incluso la más pequeña
diferencia de los parámetros iniciales puede alterar profundamente el resultado
final.
Sin embargo, hay
numerosos casos en los que personas inocentes han sido injustamente señalados
por medio de pruebas de huellas dactilares. Dice el experto del Ministerio del
Interior (USA) Mike Silverman, según el periódico “The Telegraph”, en una nota
de Sarah Napton.
La nota afirma
que en 2004, Brandon Mayfield, fue erróneamente vinculado a los atentados de Madrid
por expertos en huellas dactilares del FBI en los Estados Unidos. También
Shirley McKie, un oficial de policía de Escocia, fue acusado injustamente de
haber estado en la escena de un asesinato en 1997. “Lo que ambos casos muestran
claramente es que, a pesar de la forma en que las pruebas dactilares se retrata
en los medios de comunicación, todas las comparaciones en definitiva implican
algún elemento humano y, como resultado, son vulnerables a errores humanos”,
dijo Silverman, que ha publicado recientemente sus memorias “Written in Blood”
y ahora trabaja como consultor forense.
Los examinadores
de huellas dactilares tradicionalmente dan testimonio de que la evidencia
constituye ya sea un 100 por ciento cierto o una exclusión del 100 por ciento,
concluye Silverman.
Por otra parte
el psicólogo Erin Morris, Defensor Público en la Oficina del Condado de Los
Angeles, ha compilado una lista de 25 falsos positivos durante varias décadas
atrás, lo que ahora está siendo utilizado para impugnar las pruebas de huellas
dactilares en los tribunales estadounidenses, caso que está alimentando una
creciente inquietud entre los examinadores de huellas dactilares e
investigadores por igual, que están comenzando a reconocer que el proceso de
identificación de huellas dactilares-centenaria descansa en supuestos que nunca
han sido probados empíricamente y que hace poco para proteger contra los
sesgos inconscientes de los examinadores.
Por otra parte
en 2009 la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos reconoció que las huellas
digitales contienen información valiosa, pero que las demandas de larga data de
los índices de error cero “no eran científicamente plausible”.
Desde entonces,
los examinadores de huellas digitales se han encontrado en una situación
incómoda: “¿Cómo explicar a la corte que lo que has estado diciendo desde hace
100 años fue exagerado, pero hay algo significativo que decir?” dice Simon
Cole, un historiador de la ciencia en la Universidad de California, Irvine.
La única forma
de salir del dilema dice Cole es hacer investigaciones, y eso es lo que los
científicos están empezando a hacer. En enero de 2010, por ejemplo, el
Departamento de Justicia de Estados Unidos, el Instituto Nacional de Justicia,
puso en marcha el primer programa de investigación a gran escala para
clasificar las huellas dactilares de acuerdo con su complejidad visual
(incluyendo impresiones incompletas y poco claras) y para determinar cómo los
examinadores probablemente pueden cometer errores.
Las
preocupaciones comienzan con lo que ocurre después que una huella digital se
encuentra en la escena del crimen y se envía a los examinadores. El problema
radica no tanto con los examinadores individuales, la mayoría de los cuales han
sido objeto de varios años de formación especializada, con el procedimiento de
identificación “ACE-V” que se sigue en la mayoría de países (es decir las
cuatro etapas secuenciales de Análisis, Comparación, Evaluación y Verificación,
siempre que la última etapa se lleve a cabo por un individuo diferente, que
repite los tres primeros.
“La gran mayoría
de las huellas digitales no son un problema” dice Itiel Dror, un psicólogo
cognitivo de la Universidad College de Londres, que está involucrado en el
estudio, “Pero incluso si sólo el 1% lo es, eso es miles de errores potenciales
cada año”.
Incluso los más
duros críticos admiten que la técnica es probablemente el más preciso de los
métodos de identificación comparados con aquellos basados en el pelo, tipo de
sangre, impresiones del oído o cualquier otra cosa excepto el ADN. Por
supuesto, nadie ha probado su premisa subyacente, que es que cada impresión en
cada dedo es única. Pero nadie duda seriamente tampoco.
Fuentes
consultadas:
KNAPTON, Sarah
(2014) “Why your fingerprints may not be unique?” The Telegraph, periódico
digital. Nota del 21-04-2014.
http://www.telegraph.co.uk/science/science-news/10775477/Why-your-fingerprints-may-not-be-unique.html
SPINNEY, Laura. (2010)
“Science in court: The fine print”. Revista Nature 464 (pp. 344-346).
Publicado en line el 17-03-2010. http://www.nature.com/news/2010/100317/pdf/464344a.pdf