Mientras muchos se burlaban de la mujer detective, Clement supo balancear entre la rudeza del estilo policial de aquellos tiempos y su femineidad. “Contra la pared” solía decir a algún parroquiano en los antros de la nocturna Chicago mientras con sus ataviadas joyas y catones contrastaban con un revolver que solía blandir en sus redadas. Ella era una apasionada por su trabajo y no había razón para que los dos aspectos de su personalidad (una elegante mujer y una ruda detective) tuvieran que ser excluyentes.
Aunque muchos estaban
de acuerdo con que una mujer desempeñara l rol de detective, no todo el mundo
pensaba igual. De hecho su jefe McWeeny renunció al cargo al saber que
incorporarían más mujeres a la fuerza. Es que además de ser una férrea
defensora de los derechos de las mujeres, Clement tenía en muchas
investigaciones la facilidad de infiltrarse en escenas del crimen en donde sus
colegas no podían hacerlo y la facilidad para obtener información de casos de
asesinato, alcohol o apuestas le daban un lugar privilegiado entre sus colegas
varones.
Uno de los casos más
famosos esclarecidos por esta Sherlock Holmes femenina fue el asesinato de una
prostituta afectada de tifoidea y que motivara luego una novela de Agatha
Christie “Dulcimer” que narra la historia de una prostituta cuya muerte fue
asumida por el departamento como producto de
la fiebre tifoidea contraída al realizar su actividad. Cement no muy
convencida de ello investigó a una tía llegando a descubrir la trama que ésta
había planeado para contagiarla de la enfermedad y así cobrar una herencia que
le correspondía a la mujer.
Clement
utilizaba cientos de indumentarias femeninas para infiltrarse en
rincones donde cualquier hombre levantaría sospechas. Pero su imagen pública
nunca pasó desapercibida, al contrario, acaparó las portadas de la prensa.