La profesión
policial lleva consigo un cúmulo de responsabilidades que solo pueden ser cumplidas cabalmente si se cuenta con valores y virtudes
específicos de la actuación policial, todos ellos con el fin común del Espíritu
de Servicio, el cual se encuentra en la Vocación, elemento primordial para el
desarrollo humano y profesional. El honor de ser policía lleva al agente a ser
mejor persona y con ello brindarle al ciudadano el fin último de su razón de
ser, que es el salvaguardar la paz social y el bien común, contribuyendo al
mismo tiempo a la procuración y administración de justicia mediante su atinada
actuación en el debido proceso y el manejo de la Cadena de Custodia dentro del
Proceso Penal Acusatorio y Oral.
Ser policía es una profesión honorable, merece respeto y gratitud por parte de los ciudadanos; un país en donde reside la paz, la seguridad y la tranquilidad es un país que permite el desarrollo de las actividades que lo pueden llevar a una mejor calidad de vida, en el que los ciudadanos pueden cohabitar en armonía y las nuevas generaciones se encuentran motivadas a continuar el buen ejemplo de sus predecesores e incluso optimizar su legado.
Elegir la
profesión policial denota un profundo amor hacia la patria, al prójimo y sobre
todo a los valores éticos y morales que se requieren en nuestra sociedad para
un mejor nivel de vida y en su caso una mejor procuración e impartición de
Justicia, sin embargo, para que todo esto sea posible se requiere que el Policía
sea consciente de su valor como persona pero sobre todo como agente de cambio y
ejemplo en la sociedad.
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