Ezechia Marco Lombroso conocido con el
pseudónimo Cesare Lombroso.
Fue un médico y criminólogo representante del positivismo criminológico, llamado en su tiempo la nueva escuela (Nuova Scuola), junto con Enrico Ferri y Raffaele Garofalo.
Fue un médico y criminólogo representante del positivismo criminológico, llamado en su tiempo la nueva escuela (Nuova Scuola), junto con Enrico Ferri y Raffaele Garofalo.
Se graduó en 1852
como médico de la Universidad de Paíva. En 1866 fue nombrado profesor
extraordinario en la Universidad de Pavía y en 1871 asumió la dirección del
manicomio de Pésaro. En 1871 fue nombrado profesor de medicina legal en la
Universidad de Turín.
Lombroso dijo que
las causas de la criminalidad son de acuerdo con la forma, causas físicas y
biológicas, donde el delito es resultado de tendencias innatas, de orden
genético, observables en ciertos rasgos físicos o fisonómicos de los
delincuentes habituales (asimetrías craneales, determinadas formas de
mandíbula, orejas, arcos superciliares, etc.) y otros factores criminógenos
como el clima, la orografía, el grado de civilización, la densidad de
población, la alimentación, el alcoholismo, la instrucción, la posición
económica y hasta la religión.
Refiriéndose a lo
que él llama la terapia del delito, dice: “En realidad, para los criminales natos
adultos no hay muchos remedios: es necesario o bien secuestrarlos para siempre,
en los casos de los incorregibles, o suprimirlos, cuando su incorregibilidad
los torna demasiado peligrosos”
Su obra está caracterizada
por la precariedad científica, frecuentemente la observación empírica sobre la
población y de relaciones de causalidad poco fundadas. Por ejemplo, de la
comparación entre la temperatura anual de distintas provincias de Italia y el
índice de homicidios afirmó que el calor favorece este tipo de delitos.
La pena tiene como objetivo
según Lombroso la defensa social, entendida como neutralización del peligro que
para la sociedad representan ciertos individuos que no pueden dominar sus
tendencias criminales. Al mismo tiempo, tiene el fin de intentar una
readaptación en los casos en que fuera posible.
La concepción de Lombroso torna
irrelevante el estudio de la imputabilidad del sujeto, puesto que –según se
deriva lógicamente de sus postulados– todos los criminales son inimputables, y
cuanto menor sea su responsabilidad, mayor es su peligrosidad. Esta idea se
opone agudamente a las concepciones más frecuentes entre abogados y juristas, a
quienes Lombroso criticó, sosteniendo que pretendían aminorar la pena
precisamente para los individuos más peligrosos.