miércoles, 14 de enero de 2015

BIOGRAFÍAS: Alphonse Bertillón (Francia 1853 - 1914)


Policía francés, investigador e impulsor de métodos de individualización antropológica.
En 1882 no conforme con los usos empleados en la fuerza francesa para identificar a los criminales reincidentes, expuso una nueva disciplina: la antropometría.
Se trataba de una técnica de identificación de criminales basada en la medición de varias partes del cuerpo y la cabeza, marcas individuales, tatuajes, cicatrices y características personales del sospechoso. Elaboró la metodología necesaria para el registro y comparación de todos los datos de los procesados.
En 1884 aplicó este procedimiento para identificar a 241 delincuentes múltiples, por lo que su procedimiento ganó enorme prestigio y fue rápidamente adoptado en Europa y EE. UU.
Su método tuvo un estrepitoso fracaso cuando se encontraron dos personas diferentes que tenían el mismo conjunto de medidas.
 En 1892 apareció el método de identificación mediante huellas digitales, vislumbrado por el británico sir Francis Galton y mejorado ese mismo año (1892) por el policía argentino Juan Vucetich (quien resolvió un infanticidio mediante este método). Cuando Vucetich visitó París en 1913, Bertillón –que nunca le había perdonado las críticas a su imperfecto sistema, creado en 1883- lo despreció públicamente.
Bertillón también estandarizó las fotografías de identificación y las imágenes usadas como evidencia. Desarrolló la “fotografía métrica” que busca reconstruir las dimensiones de un lugar y la ubicación de los objetos allí encontrados. Indicó que las fotografías de la escena del crimen debían hacerse antes de que se produjese cualquier tipo de alteración y que dentro de la imagen debiera colocarse huinchas con medidas impresas (testigo métrico) para facilitar la identificación del tamaño del elemento o lugar. El fotógrafo debía hacer sus fotografías frontal y lateralmente a los objetos. Sus instrucciones en la actualidad se siguen respetando.
El Bertillonaje
La idea de Bertillon era sin embargo sencilla y genial. Consistía simplemente en dar una aplicación práctica a los trabajos antropológicos de su padre. Partiendo del principio del que no existen dos individuos absolutamente idénticos, pensó que tomando cierta cantidad de medidas susceptibles de no variar en el curso de una vida se conseguiría identificar a un individuo de un modo prácticamente infalible, cualesquiera que fuesen su edad y el medio que empleara para modificar su apariencia física. Para trece medidas tomadas, los riesgos de confusión son estadísticamente del 1 por 4.194.304, y del 1 por 268.435.456 para catorce medidas. Teóricamente, semejante método no dejaba subsistir la menor posibilidad de error.





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